En la entrada del edificio Intempo, dando la bienvenida a los visitantes, hemos plantado uno de los árboles más simbólicos del mar Mediterráneo, un olivo centenario.
El Mediterráneo es mar, es playa, es luz, es aire, son perfumes, es arte, es cielo y es tierra, es cultura, es historia, son personas, jardines, gastronomía, vino, aceite de oliva… Es difícil definir lo mediterráneo en pocas palabras. Como reza el anuncio de una conocida marca de cerveza “el Mediterráneo es una manera de vivir”.
Joan Manuel Serrat le dedicó una de sus canciones más icónicas titulada precisamente “Mediterráneo”:
Yo que en la piel tengo el sabor amargo del llanto eterno
Que han vertido en ti cien pueblos, de Algeciras a Estambul
Para que pintes de azul sus largas noches de invierno
A fuerza de desventuras tu alma es profunda y oscura
El alma del edificio Intempo, en Benidorm, es absolutamente mediterránea. Precisamente por ello en la entrada del mismo, dando la bienvenida a los visitantes, se ha plantado uno de los árboles más simbólicos del mar Mediterráneo, un olivo centenario.
Hace alrededor de 3.000 años los primeros olivos llegaron a la península a bordo de los mercantes fenicios, aunque su cultivo no se desarrolló hasta la llegada de los romanos. En la antigua Grecia ya veneraban el olivo como árbol mitológico. El olivo no solo es un árbol magnífico y bello, sino que lleva con nosotros miles de años proporcionándonos el fruto del que nace nace el aceite de oliva, ingrediente imprescindible de cualquier plato de la gastronomía española.
La presencia de un olivo en el vestíbulo de entrada del edificio Intempo representa la fusión entre la tradición y el amor por la tierra, con los conceptos de modernidad propios de un gran edificio como el Intempo.